31 marzo 2025
Kenia es uno de los destinos más emblemáticos para hacer un safari; lleva años siendo referente en este ámbito. Gracias a ello, hoy cuenta con carreteras en buen estado, alojamientos espectaculares y una amplia variedad de parques y reservas naturales. Lo que mucha gente no sabe es que la industria del safari tiene sus raíces en el oscuro pasado colonial del país.
Los primeros extranjeros que buscaron beneficiarse de estas tierras fueron los árabes. En el siglo VII, establecieron centros de comercio a lo largo de la costa, hasta que, en el siglo XVI, los portugueses llegaron para tomar el control de la región. Su dominio se prolongó durante dos siglos, hasta que los árabes (concretamente, yemeníes) retomaron el poder. Hoy en día, las huellas de árabes y portugueses siguen presentes en la costa keniana; basta con recorrer Malindi o Mombasa para encontrar ruinas y edificios que evocan aquellos tiempos. Entre los siglos XVII y XVIII, los masáis expandieron su presencia por el Gran Valle del Rift y buena parte del territorio que hoy conocemos como Kenia y Tanzania. Sin embargo, nunca lograron dominar toda la región, ya que otras comunidades opusieron resistencia. La posterior llegada de los colonos y los tratados impuestos terminaron por reducir aún más sus dominios.
El dominio británico
Fue en 1888 cuando la Compañía Británica de África Oriental (en inglés: Imperial British East Africa Company) reclamó el territorio. Años más tarde, en 1920, Kenia pasó a ser oficialmente una colonia británica, un periodo que duró 43 años. En 1896, los británicos comenzaron la construcción del ferrocarril entre Mombasa y Kisumu (entonces Puerto Florencia), una infraestructura clave para explotar los recursos de la región y reforzar su control. La vía férrea se construyó a costa de miles de trabajadores forzados, muchos de los cuales murieron durante el proceso, ya fuera por el agotamiento o por los ataques de los leones devoradores de hombres de Tsavo, que rondaban las llanuras que debía atravesar la vía.
En aquel entonces, Nairobi no era más que un punto de almacenamiento y distribución de mercancías entre Mombasa, Kisumu y Uganda. Pero, gracias al ferrocarril, comenzó a crecer, transformándose en un imán para británicos adinerados, inversores europeos y aventureros. La caza mayor se convirtió en el gran reclamo para los colonos y turistas que llegaban a la ciudad
El lujoso estilo de vida de los colonos blancos tenía un precio, y lo pagaron los kenianos. Para obtener mano de obra barata, se impusieron leyes y normas que despojaron a los locales de sus derechos, obligándolos a trabajar en las fincas de los colonos o en obras viales. Como «premio» a los askaris —los soldados africanos que colaboraron con el dominio británico—, el gobierno colonial permitió que se estableciesen en un asentamiento informal en las afueras de Nairobi, dando origen a lo que más tarde se conocería como los barrios marginales de Kibera. Con el tiempo, el pueblo keniano, cansado de los abusos y la represión, se alzó en la Rebelión del Mau Mau (1952-1960), uno de los últimos capítulos de lucha antes de conquistar la ansiada independencia en 1963.
De Memorias de África al safari turístico
La publicación de Memorias de África, obra de la danesa Karen Blixen, despertó en muchos europeos el deseo de descubrir la naturaleza salvaje de Kenia. A partir de entonces, surgió una nueva forma de entender el safari: no como una cacería, sino como una experiencia de contemplación y disfrute de la naturaleza. La novela fue publicada en 1937, cuando la alta sociedad europea ya veía a Kenia como un paraíso tropical. Su publicación aumentó aún más el interés, aunque poco se hablaba del trasfondo colonial del país y del trato que recibía la población local.
Décadas más tarde, a mediados de los años 80, la adaptación cinematográfica volvió a poner a Kenia en el mapa. Los paisajes impresionantes —como la Reserva Nacional de Masai Mara, el Parque Nacional del Lago Nakuru y la antigua finca de Karen Blixen en Nairobi, hoy convertida en museo— cautivaron al público. El estilo de vida colonial idealizado reforzó aún más el atractivo del safari, que desde entonces ha seguido ganando popularidad.
Alojamientos como el Karen Blixen Camp, en la reserva de Masai Mara, el Finch Hattons Luxury Tented Camp en Tsavo West —bautizado en honor al amante de Blixen—, el Karen Gables o el Giraffe Manor en Nairobi siguen capturando esa estética colonial que cada año atrae a miles de turistas. Muchas de las reservas naturales del país, como Ol Pejeta Conservancy, Sheldrick Wildlife Trust o Solio Game Reserve, tienen su origen en aquella época, fruto del interés de algunos colonos blancos por preservar la riqueza natural de Kenia.
No es casualidad que alguno de los hoteles más exclusivos se encuentren en el barrio de Karen, una zona acomodada de Nairobi donde residen expatriados y descendientes de antiguos colonos. El barrio conserva aún hoy una atmósfera de otra época. Se cree que debe su nombre a Karen Blixen y no faltan quienes aseguran, con cierta ironía, que fue la primera «Karen», en alusión al término que hoy se usa para describir a mujeres blancas que abusan de sus privilegios.
Una nueva mirada
Las cosas están cambiando, y poco a poco, la historia colonial de Kenia empieza a incomodar a más de uno. Esto ha llevado a que algunas tierras sean devueltas a sus propietarios originales y a que la industria del safari esté transformándose en algo más auténtico, más keniano. Además, cada vez hay más turistas que no se sienten cómodos con el imaginario del estilo colonial y prefieren sumergirse en la cultura local y tener contacto directo con su gente. Por suerte, existen muchos alojamientos y actividades que siguen esa línea, con decoración inspirada en la tradición keniana, actividades culturales y, en muchos casos, gestionados o propiedad de comunidades locales.
¿Te gustaría incluir alguna experiencia así en tu itinerario? Aquí van algunas propuestas:
- Loita Hills Basecamp: entre Nairobi y la reserva Masai Mara, este campamento gestionado por masáis ofrece una experiencia sencilla con actividades fantásticas.
- Nai Nami City Tour: un recorrido por Nairobi guiado por antiguos niños de la calle provenientes de los barrios marginales de Kibera.
- Il Ngwesi Eco Lodge (Laikipia): un alojamiento que pone en valor la cultura masái y apoya los proyectos de conservación de la zona.
- Bomas of Kenya (Nairobi): un lugar que reúne más de 20 viviendas tradicionales de distintos grupos étnicos de Kenia.
- Visita la tribu Digo.
- Visita una aldea Masái.
- Visita una aldea Samburu.